Los celos infantiles y sus manifestaciones

Los celos infantiles y sus manifestaciones

Los celos infantiles se definen como un estado afectivo (transitorio o perdurable), que se siente hacia un hermano o compañero a consecuencia de un defecto en el modo de querer a los demás como algo, y no como alguien. El principal y primer motivo de celos suele ser la rivalidad creada entre hermanos por conseguir el afecto y la atención de los padres.

Se trata de una emoción mixta que consiste principalmente en ansiedad, enfado y algo de tristeza. La ansiedad proviene de la preocupación de poder perder o ver reducidos el cariño y la atención de alguien querido. El enfado se dirige hacia la persona que cree que le ha dejado de lado y la tristeza se da cuando siente que ha perdido lo que creía que era suyo. Sin embargo, nunca falta un rasgo común en todas ellas: el sufrimiento del niño, acompañado de un sentimiento de culpabilidad.

Las fuentes de este sentimiento pueden ser reales (los padres establecen comparaciones entre sus hijos) o imaginarias (el niño malinterpreta la intención de sus padres).

En principio se trata de una crisis pasajera, pero en ocasiones pueden llegar a convertirse en un problema que interfiera negativamente en la vida de los pequeños y de sus famílias alterando la convivencia. La persistencia de los celos, puede conducir a un desarrollo anómalo de la personalidad, apareciendo síntomas muy diversos, como:

  • Agresividad incontrolada
  • Inseguridad
  • Desconfianza
  • Envidia
  • Pérdida de autoestima.
  • Humillación y vergüenza.
  • Dificultades para la adaptación social.

¿Cúando suelen aparecer? Normalmente se dan antes del primer año y medio de vida y se prolongan hasta los siete años, aunque los 18 meses, es una etapa especialmente importante donde acontece el desarrollo de ciertas habilidades que incrementan la autonomía del niño. El desarrollo cognitivo es más que suficiente para hacerse cargo de su posición afectiva en el ámbito de la propia familia. El egocentrismo propio del periodo sensomotor ha sido superado por el egocentrismo cognitivo, capaz ya de asumir las primeras diferenciaciones del propio yo.

La estructura del yo infantil es demasiado débil, por lo que la autoestima y el desarrollo infantil dependerán de los afectos, alabanzas y manifestaciones de aprobación que el niño recibe, tanto de sus padres como de familiares, maestros y amigos.

Causas más frecuentes: 

  • El nacimiento de un hermano: El recién nacido requiere una serie de cuidados y atenciones que hace perder al mayor, parte de la que se le dedicaba a él. La conducta de la madre hacia los hijos cambia durante y después del embarazo (puede aparecer impaciente, facilidad de enfado… ) El niño hace responsable de los cambios que ve en su madre al bebé.
  • El momento evolutivo del hijo: Si aparece un hermano cuando el anterior está en la fase de apego a la madre y requiere aún muchos cuidados, es probable que reaccione con un comportamiento celoso, demandando más atención.
  • Los favoritismos y preferencias de los padres: Los padres manifiestan preferencias por uno de los hijos, lo que crea celos en los otros. Muchas veces los padres no son conscientes de ello, pero son muchas las diferencias que hacen entre los hijos, entre otras
    • Los privilegios que se otorgan a los hijos según el lugar que ocupan en la familia          
    • La preferencia de los padres hacia un nuevo hijo de sexo diferente.
    • Los favoritismos por las características distintivas de los hermanos. 
  • La excesiva dependencia afectiva o necesidad de uno de los padres por parte del niño: Normalmente de la madre, lo que desencadena celos hacia el otro progenitor por considerarle rival.
  • El sentimiento de inseguridad y de inadaptación: El niño inseguro frecuentemente envidia a los demás. Estos sentimientos suelen ser el resultado de situaciones de ridículo en la infancia, de sentirse rechazado o bien criticado de forma severa.
  • El nivel de sensibilidad de los niños: Ante la misma situación o acontecimiento, unos responden de forma alarmante y sin embargo otros apenas presentan reacción alguna.

Manifestaciones más frecuentes en la conducta de un niño celoso:

Los celos se expresan siempre de una forma muy versátil, en función de ciertas variables relativas a la personalidad del niño, tipo de familia y ambiente. Algunos comportamientos más frecuentes son:

  • Agresividad creciente hacia la madre y el hermano.
  • Regresión infantil.
  • Signos de infelicidad y frustración.
  • Cambio de estado de ánimo sin causa aparente.
  • Negativismo.
  • Alteraciones en los patrones de comida.
  • Sueño irregular.

¿ Qué se puede hacer? ? Cómo actuar?

  • Prevención: Medio más sencillo, natural y eficaz de evitar la reacción celosa.
  • Fortalecer la autoconfianza del niño: Evitando hábitos de comparar afectos, pertenencias, capacidades…
  • Educación de la afectividad: Al niño hay que educarle para que sepa querer, que es algo muy diferente de depender afectivamente de los demás. Un niño madura y aprende a querer:
    • Si es capaz de establecer un vínculo afectivo y auténtico con alguien y no condiciona su querer únicamente al hecho de que le quieran.
    • Si es capaz de autoestimarse y respetarse a sí mismo, independientemente de que reciba o no afecto continuo de otras personas.
  • Modificación de conducta: Reforzando conductas positivas e incompatibles con la reacción de celos e ignorando las inadecuadas.

¿ Cómo ayudar al niño a superar los celos?  A continuación se dan unas sencillas pautas a seguir, los cuales pueden ayudar al niño a superar los celos:

  • Reconocer el sentimiento celoso como algo natural.
  • Ser tolerante con las regresiones.
  • Dar la oportunidad de expresar su malestar.
  • Contarles las vivencias personales con los hermanos cuando eran pequeños.
  • Atender con interés los éxitos.
  • Transmitir que se les quiere.
  • Ofrecer situaciones sobre las ventajas de ser mayor.
  • Favorecer el contacto con niños de su edad.
  • Pedir la colaboración del niño en tareas de cuidado de su hermano.
  • Decirle que sus celos desaparecerán.

¿ Qué no se debe hacer? 

  • Ocultar el sentimiento amoroso de los padres al bebé.
  • Exigir demasiado al niño.
  • Dramatizar el sentimiento celoso del niño.
  • Hacer comparaciones entre los niños.
  • Manifestar preferencias por alguno de los niños.
  • Intervenir prematuramente en las peleas.
  • Ponerse rígidos o intolerantes con las regresiones.
  • Comentar con otros adultos las dificultades del niño en su presencia.
  • Regañarle o enfadarse con frecuencia.
  • Hacer elogios muy efusivos cuando se muestre cariñoso con el hermano.
  • Hacerle prometer que se portará bien

Conclusiones:

En la mayoría de las situaciones en las que se detectan conductas celosas, pueden considerarse como manifestaciones naturales, respuestas propias de la edad y se debe entender la aparición de estos miedos como un proceso de adaptación y maduración en la evolución normal de los niños.

En definitiva, si transmitimos seguridad y afecto, los celos irán dando paso a una relación amistosa entre los niños. La cooperación de todos y la creación de un clima donde se dan oportunidades para participar, contribuirá a que la rivalidad entre los niños vaya disminuyendo progresivamente.